jueves, 2 de junio de 2011

“ Los sospechosos de siempre” de Bryan Singer (1995)

Por Diana Paulozky.

Sin duda es una muy inteligente película neo-noir, con cierto estilo Tarantino,  tan bien elegida para nuestro ciclo de lazos y trampas.
No sólo la vemos, formamos parte de ella, somos enlazados y entrapados en la trama. Una trama que rompe el relato de sucesión de hechos,  que nos confunde en el tiempo y  con un final tan sorprendente como ingenioso.
 Un final que nos remite al principio y cambia todo el sentido del film. Mientras que vemos la película como un policial que persigue las bandas del narcotráfico, el final descubre un teatro hecho de pequeñas cosas cotidianas, un manipulador que improvisa, un ideólogo que se burla del especialista, demostrando que la verdad está ahí, a la vista.
 Esa última escena que descubre la fragilidad de una trama inventada con los nombres del despacho del policía, que Kobayashi, el agente oriental  que era el principal mediador con el jefe,  no era más que la marca de la taza de café que bebían en el interrogatorio,  es el colmo de la burla.
Voy a tomar la frase, que para mí  es el eje, sobre el que se estructura todo el guión y algunas coordenadas para analizarla.
La frase es “Lo mejor que hizo el diablo es hacernos creer que no existía”.
Vemos así, que el agente todopoderoso del  mal puede encanarse en un débil y descubrimos que aún cuando el lastimoso Verbal Klint le da la pista al policía, preguntándose por qué Keyser Soeze lo dejaría libre a él,  (después de matar a todos) y él mismo se responde: “por tonto, por rengo, por débil” es una pista que de tan evidente, produce ceguera.
 Y es entonces que ya tarde, cuando el policía se da  cuenta de la burla, se desata el nudo y se desarma el teatro que muestra que el pobre lisiado Verbal, era el mismo poderoso y temido Keyser Soeze.
 Quien inventó a quien? Es Verbal la creación de Keyser o es Keyser la creación de Verbal? Acaso  Keyser es la invención de su propio mito?
 De hecho hay alguien que por saber del poder de un mito, le presta el cuerpo y de ese modo lo hace existir.
 Creer en algo es hacerlo existir.

La verdad tiene estructura de ficción.  Cómo apresamos la verdad? Dónde encontrarla? Cómo diferenciamos el mito, la fabulación, la creación, la mentira de lo verdadero?
Fellini decía: “Lo he inventado todo para poder contarlo”.
 Boris Vian, el escritor, decía: “Esta historia es enteramente verdadera. La imaginé así de un extremo al otro”  y cuando le preguntaban a Fassbinder por las historias de sus películas, respondía que todo el arte es verdadero y que lo verdadero no depende de los hechos sino del lenguaje.
No nos enfrentamos con la verdad. Hay un mito que muestra bien esto. ICARO, que se acerca tanto al sol, que se quema las alas.
La verdad no se dice. Recordemos que eran los bufones de corte quienes podían decir la verdad, porque estaba en el lugar del velo, de la representación,  como Hamlet que monta un teatro para que hagan las veces de la verdad o se hace pasar por loco para decirla.
 La verdad responde a una lógica posicional. Cuando se espera una verdad, la mentira se hace verdadera. Es lo que nos muestra el famoso chiste de Freud: Por qué me dices que vas a Lemberg, para que yo piense que vas a Cracovia, cuando en realidad vas a Lemberg”. Es paradojal. Me mientes cuando me dices la verdad. Es que la verdad se dice a medias, porque se dice y el relato siempre dice más de lo que se cree decir.
 Esconde y revela a la vez. Esconde porque revela.
 El relato es una forma de convencer al otro, o sea de vencerlo. Verbal lo vence al policía al con-vencerlo sobre Keyser.
Crea un mito, lo arma, le da cuerpo y lo hace verdadero, lo hace existir.
Cómo surgen los mitos? Existió Edipo o es la forma que Sófocles da a los fantasmas que escuchaba? La literatura y  hoy el cine, captan lo verdadero de la época  y crean personajes.
 Por ejemplo a mediados del siglo XIX, Baudelaire con “Las flores del mal” crea personajes malditos, angustiados, los malos que representan al diablo. Mefistófeles y Fausto de Goethe pertenecen a esta vertiente. Hay toda una diabolización de la literatura que produjo identificaciones con los personajes malditos. Ya no es la bondad natural de Rousseau del XVIII. La creación de un mito no es sin relación con la ideología, con la política. Se trata del uso, del poder que hay en ellos.
Podemos pensar en el manejo que hace Bush creando estrategias del miedo. Juega el papel de Verbal, Se propone como el bombero que apaga el fuego que él mismo ha encendido. Así  la creación de un supuesto ataque terrorista sirve de justificación para sus ataques supuestamente preventivos.
El miedo se crea, se produce casi como un nuevo objeto. Hay toda una economía montada en relación al miedo: barrios cerrados, vigilancias, sistemas de alarmas etc.

El poder performativo de la palabra.  Vemos lo que la palabra dice y lo que lleva, lo que trasmite en su formulación. La palabra crea realidades, como lo hace el padre de “La vida es bella” a su hijo.
Vemos en “Los sospechosos...” el mecanismo de la creación del rumor. “Un rumor es un rumor si no muere”dicen en relación al mito de Keyser Soeze .
 En esto está no sólo quien lo dice, lo crea, sino quien le presta oídos, cree en él y lo trasmite. Un rumor puede hacer subir el dólar, caer bancos de dinero, provocar una huelga, etc. El rumor crea realidades. Se habla, se difama, se inventa como estrategia de manipulación.
 Recomiendo la película “Rumores”de Guggenheim para ver como se hace un rumor y las consecuencia que el decir tiene y como la creencia torna verdaderos los hechos. El rumor que el dólar va a subir lo hace subir. La creencia lo hace existir. Hay un goce en el mecanismo del rumor que lo hace fácilmente trasmisible. El rumor y la noticia son lo mismo o el rumor se hace noticia y pasa a ser verdad.

La carta robada.  Por último quería tomar “The pourloined letter”, de Edgard Allan Poe, traducida por Baudelaire como “La carta robada” que  muestra como la verdad no se esconde en el fondo oscuro de la noche, sino que está a la vista, en la superficie.

Es Dupin quien la encuentra allí donde nadie supondría que puede estar. Mientras la policía la busca en los escondites más sofisticados, la carta se muestra como Verbal, en frente del policía y se burla de él. Pero la rutina de su búsqueda obsesiva por lo esperable mata toda posibilidad de sorpresa. Revisan la casa pulgada a pulgada y ella, la carta está donde se guardan las cartas, tan a la vista que nadie la ve.

      Dupin sabe del accionar de su contrincante. Sabe que un inteligente puede hacer de idiota para lograr su objetivo. El diablo puede estar en la piel de un tonto, de uno que juega el papel de tal. Es lo que hace Verbal Klint. Cuenta una historia grandilocuente tomando pequeños e imperceptibles detalles del propio entorno del policía. Hace una estrategia teniendo en cuenta al otro. En la carta robada Dupin le roba al ladrón con su mismo juego.
      Dice Cortazar que cuando murió Allan Poe, la leyenda de su vida empezó casi enseguida y al mismo Edgard le hubiera gustado estar allí para para ayudar, inventar, confundir a la gente y poner su imaginación al servicio de una biografía mítica.
Lo que quiere decir es  que el mito termina de construirse con nuestra lectura.
 
                   

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