lunes, 30 de mayo de 2011

Ser “La Rosa” o el empuje al goce

Por Diana Paulozky


Tal vez coincidan con mi perspectiva que “La Rosa” (1) no es una gran película.
Es verdad que tiene un valor testimonial, porque se basa en la vida de la cantante de rock, Janis Joplin, quien murió de sobredosis después de un show, a los 27 años.
  A pesar de su corta vida, llegó a ser un símbolo del rock en los sesenta.
Pero fundamentalmente tiene  valor, para quienes somos psicoanalistas,  porque la película, claramente trata el tema del  consumo  de alcohol y drogas como  una modalidad de goce, fuera del régimen fálico.
 La disyunción entre el goce fálico y el empuje al consumo, esta claramente diferenciado en este film, lo que hace interesante ver al personaje bajo esta perspectiva.
                        La protagonista se propone como   “La”, “La Rosa”,  lo que significa ser  la única, la mejor: el falo.
            Pero  cuando no puede sostenerse en esa posición fálica,  se convierte en un objeto manipulado por su manager,  que solo puede soportar,  a condición de  acompañarse  del consumo de alcohol y estupefacientes.   
            Ya, en el comienzo, ella  se presenta presa de un sistema que la desborda.
 Manifiesta su hartazgo  por no ser dueña de su vida, pero no sabe encontrar un  modo para pagar el alto precio de su éxito. Sueña  con huir del aparato mediático y mientras tanto se evade a través del consumo de alcohol.
            Ella sólo existe cuando es “La Rosa”, y entonces se  transforma en una marioneta que baila al compás del acariciador sonido de los aplausos.
Necesita, no sólo que la miren y adulen, sino ser el centro, cosa que evidentemente logra en el escenario.
No se trata de una mirada determinada, sino de ser ella, el objeto de mirada. No se trata de cómo la miren, sino simplemente de atraer la mirada. Se trata de la mirada en tanto objeto.
Su terror al abandono es tal, que se aferra a cualquiera que la mire o le diga algo agradable.
Se aferra, no hace lazo, se pega al otro de modo tal, que provoca lo contrario.
Es entonces cuando pregunta retóricamente: “¿Por qué me dejan?” “¿Por qué se van todos?” Digo que es una pregunta retórica porque es sin implicación. No es una pregunta subjetiva. No sólo no hay nada que la responsabilice de lo que ella misma se hace, sino que no quiere saber nada al respecto.
Contrariamente a lo que supone el  imaginario colectivo, el consumo no es la causa del sufrimiento, sino al revés. La adicción, cualquiera sea, es siempre un efecto, una respuesta  al sin salida, al vacío. En este caso es un efecto de la soledad, de la falta de relación al otro.
En el film, queda claro que es desde el lugar de objeto en el que se encuentra,  que busca la droga como un tipo de solución que resulta eficaz para salir de una realidad adversa y asfixiante.
Cuando decimos que es una respuesta, es necesario aclarar que no es una respuesta subjetiva. La droga no es un síntoma del sujeto, es una modalidad de goce, lo que hace más difícil su tratamiento ya que se hace evidente el rechazo a toda manifestación del inconsciente.
El encuentro con su pueblo natal, se convierte en una suma de desencuentros.
Es justamente allí donde ella espera el reconocimiento; volver siendo “La Rosa” y
por el contrario, se encuentra con un pasado que quiere olvidar, sucesos, retazos de una vida- objeto de la que no quiere saber.
Con la droga intenta tapar sucesos penosos como haber sido objeto de goce de un equipo de football y también la presencia de una relación lesbiana.
Esa falta de discriminación, también la encontramos en sus elecciones.
 Es en busca de reconocimiento y cariño que se lanza a todo tipo de relaciones, sin diferenciación de sexo.
También muestra su empuje al goce sin límites.
Es un personaje sin matices, que pasa de la euforia al decaimiento, pasa de ser falo a objeto.
Podríamos decir que ella es presa de su propia autodestrucción y  el empuje al consumo aparece para escapar de una realidad que la abruma, pero paradójicamente, es cuando no la tiene que se convierte en deshecho.

Si bien la película es de 1979 y Janis Joplin es un símbolo de los 60, la temática que aborda, el consumo y la falta de discriminación, nos hace mirar en un espejo triste de nuestra actualidad.
La película aparece como un retrato de nuestra época  sin límites, en   que el empuje al goce predomina por sobre cualquier ideal.









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